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La Comisión Europea fortalecerá los criterios de sostenibilidad antes de 2030 para orientar las inversiones inmobiliarias del mercado financiero hacia proyectos cada vez más sostenibles y eficientes. Europa tiene un objetivo claro de ser climáticamente neutra en 2050, y sabe que necesita transformar al sector inmobiliario, uno de los más contaminantes, a través de la regulación de las inversiones, con herramientas como la taxonomía. Repasamos las recomendaciones más destacadas para reducir el impacto ambiental y mejorar la eficiencia energética de los hogares.

En 2020, Europa aprobó el Pacto Verde Europeo (o Green Deal), un conjunto de iniciativas políticas entre las que se incluye la taxonomía verde europea, un reglamento que establece una clasificación sobre qué actividades económicas son sostenibles ambientalmente. La Comisión Europea obliga así a la banca y a las grandes empresas a regirse por este reglamento a la hora de elaborar sus informes de actividades no financieras.

“Europa dispone de palancas para la transformación y una de ellas es la regulación, con herramientas como la taxonomía que regula el mundo financiero”, destaca Bruno Sauer, codirector general de la asociación Green Building Council España (GBCe).

Este marco obligatorio, para todos los sectores económicos, se estructura en torno a seis objetivos definidos relacionados con la sostenibilidad: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos, protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas, prevención y control de la contaminación y transición hacia una economía circular.

“Una actividad se considera sostenible cuando contribuye sustancialmente a uno de los objetivos definidos por la taxonomía y no genera un daño significativo sobre los otros cinco criterios”, concreta Sauer.

Por ahora, Europa solo pide información, pero antes de 2030, los criterios serán más exigentes. Actualmente, se elaboran informes a nivel informativo sobre criterios de eficiencia y sostenibilidad de sus edificios, pero con ellos se conseguirá recabar datos para fijar los valores de referencia que en poco tiempo serán exigencias para el mercado inmobiliario, para conseguir inversión y rentabilidad para las empresas en todo tipo de inmueble, desde oficinas a retail, logístico y también residencial.

“Las normativas en materia de divulgación son especialmente importantes para los inversores orientados a la ESG, y la divulgación a través de la taxonomía de la UE permitirá a los inversores identificar con mayor precisión a las empresas en mejor posición para descarbonizarse en el futuro. Aquellas empresas inmobiliarias cotizadas que sean capaces de descarbonizar sus carteras podrán cobrar primas ‘verdes’ y, por tanto, conseguir un mayor flujo de ingresos”, afirma Guy Wilkinson, analistas ESG en La Française AM.

En este momento, Europa ya obliga a informar sobre la alineación con la taxonomía a las empresas que cotizan en bolsa, en 2024 se extenderá a la banca, en 2026 a las grandes empresas que no cotizan en bolsa, en 2027 a las pymes y en 2029 a las empresas de fuera de la Unión Europea que importan mercancías por un valor superior a 150 millones de euros anuales. “Esta hoja de ruta ayudará a las compañías a planificar su transición hacia una economía alineada con los objetivos de Europa para 2030”, considera el codirector general de GBCe.

Cómo reducir el impacto ambiental y mejorar la eficiencia energética de los hogares

Tarde o temprano, los criterios de sostenibilidad y las exigencias de taxonomía verde llegarán a a las viviendas particulares, no solo para las empresas del sector inmobiliario, de la construcción y rehabilitación, o los grandes tenedores de inmuebles. La eficiencia energética y la sostenibilidad de los hogares es algo que preocupa cada vez más a los propietarios de viviendas en España, donde ocho de cada 10 edificios tienen una calificación energética E o inferior.

Según el Observatorio sobre Vivienda y Sostenibilidad, de Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI), entidad especialista en financiación sostenible, casi ocho de cada 10 españoles estaría dispuesto a pagar más por una vivienda más sostenible y el 58% tiene en cuenta la sostenibilidad y eficiencia de una vivienda a la hora de comprarla.

“Conviene recordar que el grado más importante de mejora en los inmuebles se consigue actuando sobre los elementos comunes del edificio, fachada y cubierta y no es suficiente hacerlo exclusivamente en la vivienda de la que se sea propietario”, afirma Catia Alvés, directora de Sostenibilidad y Rehabilitación en UCI. “Además, la mejora de la eficiencia energética será un requisito indispensable para poder alquilar o vender una vivienda a medio plazo como propone la Directiva de Eficiencia Energética en Edificios (EPBD)”, apunta Alvés.

Estas serían algunas de las recomendaciones más destacadas para mejorar la eficiencia energética y la reducción del impacto ambientas, desde los materiales, los productos y las tecnologías utilizadas en las reformas:

  • Utilizar materiales de construcción sostenibles, como madera certificada, ladrillos de tierra cruda, acero primario o materiales reciclados o prefabricados, entre otros, en lugar de los convencionales que generan mayor cantidad de residuos y emisiones de carbono.
  • Instalación de sistemas de energía renovable, como paneles solares o sistemas de geotermia, para reducir la dependencia de la energía de origen fósil.
  • Incorporar sistemas de bajo consumo de agua y de energía para su calentamiento, mediante electrodomésticos que cumplan las especificaciones requeridas por la normativa. Asimismo, también se recomienda añadir soluciones para los grifos y duchas, como el monomando, así como en los inodoros, y controlar que su caudal cumpla con las etiquetas existentes en el mercado de la Unión.
  • Introducir tecnologías eficientes en la gestión de los residuos, de manera que se pueda minimizar el impacto ambiental de la vivienda.
  • Añadir aislamiento en exteriores, como paredes, techos y desvanes, así como en sótanos y plantas bajas, de manera que permitan garantizar la estanqueidad del aire y reduzca la perdida térmica.
  • Reemplazar puertas y ventanas por otras energéticamente eficientes.
  • Sustitución de fuentes de luz por instalaciones que supongan un ahorro energético.
  • Instalación, reemplazo, mantenimiento y reparación de sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado y calentamiento de agua, con tecnologías altamente eficientes.

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